miércoles, 29 de septiembre de 2010


¿Te quiero? No, no te quiero. ¿Quién podría querer a un pedazo de carne como tú? Te hablo, tú ni lo adviertes; te ignoro, me idolatras.
¿Te odio? No, no te odio. El odio no existe. Sólo quiero quemarme, destruir mi cerebro; que cuando diga tu nombre, yo sangre; que mi garganta salga por mi boca y se encuentre podrida, deshecha. Quiero sentir ese vacío en mi cráneo, sentir nada.
Dejé de ser humana cuando te conocí; gané demonios, ellos me dejan dormir, me entumen y me recuerdan que aún puedo soñar. Gracias a ellos cuando me miro al espejo me reconozco; me observo y me encuentro parada de nuevo. Ahora me idolatro y me amo más que nunca.
Todo gracias a ti.

2 comentarios: